No solo a San Lorenzo le dan la espalda sus dirigentes, también parecen correr la misma suerte sus hinchas. Solo así se entiende que el Ciclón juegue su primer partido de local un lunes a las 21.30, en una de las zonas más complejas e inseguras de toda la Capital Federal.
La problemática de los robos que sufre la gente de San Lorenzo cada vez que el equipo hace de local no es nueva y ya en 2016 hubo un pedido formal a la AFA para que el club no jugase partidos de local de noche. La media tuvo un efecto esporádico y duró apenas unos meses, aunque sí se aumentó la presencia de efectivos policiales, también solo por un tiempo.
Sin tener números en la mano, pero sí con el termómetro de la cantidad de denuncias que llueven en redes sociales los días después de los partidos, todo indica que la situación se agravó. Tampoco hace falta ser un entendido en la materia, para darse cuenta de que la inseguridad es bastante más que una sensación. Tengo por los menos cinco o seis conocidos directos que sufrieron robos saliendo del Nuevo Gasómetro.
Pero lo que se necesita es empatía. Y pensar en el otro, jodido en los tiempos que corren. No todos van con escoltas, no todos tienen estacionamiento dentro del club, no todos llegan en auto, no todos tienen suerte.
Ante este escenario, no hay excusas. Entiendo la versión oficial de que San Lorenzo necesita jugar el lunes para tener un día más de descanso. Pero hacer a la gente llegar de noche y salir casi de medianoche es un despropósito. Al menos se debió haber presionado mediáticamente, si es que no funcionó el pedido buena onda que dicen que hicieron, para jugar a las 19.15, horario en que van dos partidos: Banfield-Gimnasia y Godoy Cruz-Aldosivi. De esa forma, la gente no entraba a la cancha de noche y cuando salía tenía más opciones para volver a su casa porque hay más colectivos a las 21.15 que a dos horas y cuarto más tarde.
Probablemente estas líneas caigan en saco roto de cara a futuros partidos, pero ni un ladrillo en Boedo les estoy pidiendo acá, solo un poco de consideración... miren qué baja que está la vara.